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marzo, 2025

05mar21:00QVINTA ESSENÇIA EN MURCIA

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Detalles del evento

MARIA MAGDALENE

Inauguración del ciclo Murcia Sacra 2025
Iglesia conventual de Santa Ana 21:oo h

Qvinta Essençia
Èlia Casanova, soprano
Olalla Alemán, soprano
Hugo Bolívar, alto
Albert Riera, tenor
Julián Millán, barítono
Pablo Acosta, bajo

PROGRAMA

Francisco Guerrero (1528-1599)
1. Motete Maria Magdalene
Alonso Lobo (1555-1617)
Missa Maria Magdalene
2. Kyrie
3. Gloria
Alonso de Tejeda (1540-1628)
4. Mulier quae erat in civitatem peccatrix
Juan Esquivel (1560-1625)
5. Laudemus Deum nostrum
Alonso Lobo (1555-1617)
Missa Maria Magdalene
6. Credo
Francisco Guerrero (1528-1599)
7. Ave Maria
Juan Vásquez (1500-1563)
8. Lágrimas de mi consuelo
Francisco Guerrero (1528-1599)
9. Ave Virgo sanctissima
Alonso Lobo (1555-1617)
Missa Maria Magdalene
10. Sanctus/Benedictus
11. Agnus Dei

NOTAS AL PROGRAMA

Tal es el enigma en torno a la figura de María Magdalena que la historiografía bíblica nos
ha legado una imagen muy dispar y suculenta de su vida y su influencia en el magisterio
de Cristo: desde prostituta redimida hasta esposa de Jesús, se ha confundido o vinculado
a María Magdalena con otros personajes del Nuevo Testamento: María de Betania,
hermana de Lázaro; la pecadora que unge los pies a Jesús; o la desdichada mujer de la
lapidación.
Los Evangelios canónicos, aceptados por la iglesia católica, sitúan a María Magdalena
como una mujer exorcizada por Jesús, a raíz de lo cual ella pasará a formar parte de su
séquito y seguir sus enseñanzas. Su presencia en la crucifixión y resurrección, le
conceden preponderancia en la pasión de Cristo pues, además, ella fue la primera a quien
Jesús se apareció tras la resurrección. ¿Cabe mayor reconocimiento?
Aun con ello, su historia, sus orígenes y su papel en la vida de Jesús siguen siendo
misteriosos. Y los misterios forman parte de la fe, que la cristiandad supo alimentar y
engrandecer.
Pero el cristianismo no es solo palabra sino también imagen. La representación artística
de la santa no ha hecho más que añadir interés a su mito: sus largos y cobrizos cabellos,
asociados a María Egipciaca, una santa del siglo V y prostituta penitente, encumbran la
leyenda de María Magdalena otorgándole unos atributos que jamás tuvo en la biblia.
La iconografía de María Magdalena, desde pinturas y esculturas a todo tipo de tallas o
joyería, es rica y diversa, pero la música no ha tenido tanta suerte en ilustrar su peculiar
protagonismo bíblico.
Existen significativas piezas dedicadas a su persona, como el oratorio La Magdalena
penitente (1685) de Alessandro Scarlatti, hasta la versión de Jules Massenet de 1873. El
siglo XX nos trajo la inefable I’ll never be (1985), de la alemana Sandra Ann Lauer, que
elevó su nombre hasta la cima de la música pop (el suyo, no el de la santa); o el más
cercano Juan Pardo (1974), cuyo single María Magdalena (como no) fue una apoteosis
hispano-hippy de grandes proporciones (locales).
La polifonía renacentista proporciona ejemplos de mayor calado, a cargo de compositores
como Heinrich Isaac, Nicolas Champion, Francisco Guerrero, Giovanni P. da Palestrina o
el ursaonense Alonso Lobo.
Esta grabación nos ofrece una muestra de varios episodios bíblicos de María Magdalena
pero también obras de carácter mariano -en castellano y en latín, todas de compositores
españoles- que a menudo se asocian al carácter maravilloso y prístino de la virgen María,
donde emergen sus bellos rasgos y sus virtudes milagrosas.
La obra central de este disco es la versión polifónica de Alonso Lobo del ordinario de la
misa, publicada en 1602, a cuyo modelo se remite constantemente, compuesto por
Francisco Guerrero más de treinta años antes. De hecho, cinco de las seis misas
publicadas por Lobo utilizan material previo de los motetes de Guerrero. El homenaje se
completa con siete motetes, la mayor parte de los cuales se desarrollan sobre el material
del venerado maestro sevillano. No existe mayor devoción de un discípulo hacia su
maestro.
El motete de Guerrero es una obra a seis voces, en dos partes, y una formación poco
habitual, con dos voces de Bassus, que también encontramos en otra obra de Guerrero:
Pastores loquebantur ad invicem. Guerrero describe con rico contrapunto la escena en la
que varias mujeres, entre ellas María Magdalena, acuden al sepulcro de Jesús y lo
encuentran vacío. Un ángel les indica que ya no está ahí y que ha resucitado.
Varios pasajes son dignos de mención: la sucesión de primeras inversiones en “ungerent
Jesum” en las voces agudas. La segunda parte, extraordinaria, se inicia con un trío de
voces graves, seguida por las voces agudas en idéntica secuencia. Pero el culmen de la
obra es un largo pasaje que describe las palabras angélicas anunciando la resurrección
de Cristo: “Iesum quem quæritis Nazarenum crucifixum: surrexit, non est hic”: una
dramática modulación en “crucixifum”, que explota súbitamente con “surrexit”. El joven

Lobo tomará prestados ambos pasajes a lo largo de su misa para destacar palabras como
“Iesum” o “Maria Virgine”.
El raudo y nítido Aleluya final del motete -distinto en cada una de sus dos partes- es
también utilizado por Lobo en la misa (el segundo Kyrie, por ejemplo, está completamente
compuesto sobre tal motivo).
A pesar de la centralidad de la misa, otros dos motetes de Guerrero se incluyen en el
disco: Ave virgo sanctissima (1566), ya muy conocido en vida del compositor -y modelo
para varias misas del mismo nombre (Ruimonte, Esquivel y Ghersem)-, es una obra a
cinco voces de increíble belleza cuyo cánon al unísono en las dos voces superiores
discurre sin asperezas junto a un contrapunto de escelente factura en las tres voces
inferiores. La inclusión de las notas iniciales del canto llano de la Salve Regina son una
maravilla para escuchar sin agotarnos jamás.
Ave Maria (1555) forma parte de la primera publicación de Guerrero, editada en Sevilla.
En esta anunciación angélica, a cuatro voces, el tenor nos recuerda ocasionalmente la
cantilena gregoriana, pero siempre discurre dulcemente con las otras voces. Existe otra
versión polifónica de Guerrero, a doble coro, publicada en 1570.
El más veterano de los compositores aquí representados es Juan Vázquez, maestro de
capilla en la catedral de Badajoz, su ciudad natal. A pesar de que su música era bastante
conocida incluso antes de ser publicada, su producción sacra es exigua; pero unas 80
canciones, villancicos, sonetos y otras formas literarias nos han llegado en dos
publicaciones andaluzas con una extensa muestra del poemario español del Siglo de Oro.
Se incluyen aquí dos obras suyas cuyas tramas polifónicas son nítidas, sobrias y bien
equilibradas. Su estilo nos recuerda ya el nuevo madrigal italiano, aunque de sabor
marcadamente popular.
Juan Esquivel sucedió en 1591 a Alonso de Texeda como maestro de capilla de la
catedral de Cuidad Rodrigo, y allí se estableció hasta su muerte, pues fue su cuidad natal
y sentía gran apego por su tierra. Músico de gran precocidad, fue nombrado maestro de
capilla de la catedral de Oviedo sin haber sido ordenado sacerdote. Ciertamente inusual.
Tuvo la inmensa suerte, que pocos tuvieron -como fue el caso de Texeda- que su música
fue publicada en varias ocasiones. Su colección de motetes de 1608 ocupa casi 300
páginas y contiene 70 motetes, mientras que la colección de 1613 tiene casi 600 páginas
e incluye salmos, antífonas, Magnificat, himnos y misas por doquier, ¡hasta 77 piezas!
Texeda, sin embargo, nació en Zamora pero su magisterio se persigue nada menos que
en siete ciudades españolas. Su música se conserva manuscrita pero contamos con
bastantes ejemplos que dan fe de su talento.
Tanto Esquivel como Texeda compusieron sendas obras para la festividad de María
Magdalena. En Laudemus Deum, Esquivel trata un breve texto de carácter festivo y
exultante, en notas cortas y rápidas, que alude a la santa cuando fue transformada por
Cristo.
Texeda, sin embargo, utiliza la escena de la unción de los pies de Cristo por parte de
María Magdalena en Mulier quæ erat, en un contrapunto bien modulado, con numerosos
saltos de octava y quinta entre las distintas voces en segmentos imitativos, como en
“stans retro secus”. Los distintos temas imitativos saltan de una voz a otra en intervalos de
quinta, sin descanso ni homofonía que rompa el intenso ir i y venir de las voces.
Todos estos maestros de capilla, de gran talento, ocuparon puestos de responsabilidad en
las grandes catedrales españolas, y son una muestra del enorme ejército de compositores
que el Siglo de Oro nos ha dejado. Tenemos hoy a nuestro alcance una ingente obra
polifónica que debe revisarse, estudiarse, transcribirse e interpretarse. Qvinta Essençia
aporta hoy nueva luz a este repertorio. Pero la labor es extensa y no debe parar. Solo así
conoceremos más y mejor nuestro más fecundo período en la historia de la música
española.

Jordi Abelló

Hora

(Miércoles) 21:00

Lugar

Iglesia conventual de Santa Ana

Pl. Sta. Ana, 2, 30008 Murcia

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